Recientemente hemos disfrutado de una actividad de siembra en nuestro huerto escolar y en colaboración con los geniales profesores/as de Huerto Alegre Granja Escuela, que acudieron a nuestras aulas para enseñarnos de primera mano cómo llevan a cabo ellos la siembra.
Actualmente vivimos en una sociedad industrial desarrollada que evoluciona hacia una sociedad de servicios. Tan solo el 8% de la población vive del sector primario. Este desarrollo ha llevado a la progresiva desaparición de las huertas que hasta no hace mucho se localizaban en las periferias de las ciudades, y como no en las zonas rurales; al desconocimiento de los procesos de producción por parte de los consumidores, a valorar un producto agrícola no como alimento sino más bien por su aspecto, su precio, su transformación para su uso inmediato,… En definitiva a la desaparición de la cultura agrícola y alimentaria.
Esto lleva aparejados distintos problemas: medioambientales, provocados por los métodos agrícolas industriales y el transporte mundial de alimentos; económicos: ya que las zonas rurales han dejado de tener una función productiva y por tanto carecen de economía local; cultural: ha desaparecido un patrimonio cultural y genético desarrollado a lo largo de los siglos por las mujeres y hombres rurales; social: ya que los jóvenes no ven futuro en unas zonas y una actividad desprestigiada socialmente y con pocas garantías económicas.
El huerto escolar puede ser un interesante instrumento para tocar todos estos temas desde una perspectiva vivencial y de responsabilidad personal. Que nos decantemos por un huerto ecológico supone además conocer unas técnicas más respetuosas con nuestra salud y el medio ambiente, sirviéndonos al mismo tiempo para enlazar con nuestra cultura más cercana, presente en las personas de más edad de nuestro entorno.